LAS CORTES.
En las cortes italianas se elaboró el ideal de la vida en sociedad; que encuentra su expresión en "El Cortesano", famoso libro escrito por el conde Baltasar Castiglione entre 1514 y 1518, y publicado en 1528; que fue de inmediato traducido a todos los idiomas europeos.
"...la corte de Urbino, el magnífico palacio con sus habitaciones espléndidamente decoradas con vasos de plata, tapicerías de oro y seda, estatuas y arañas antiguas en mármol y bronce, pinturas de Piero della Francesca y de Giovanni Santi, el padre de Rafael; libros latinos, griegos y hebreos procedentes de toda Europa y encuadernados, por respeto a su contenido, con ornamentos de oro y plata. Esta corte es galante; su objetivo es el placer. Se pasa el tiempo en fiestas, danzas, justas, torneos y conversaciones. Después de la cena y de las danzas, se juega a toda clase de acertijos (...). Y Castiglione describe las características del caballero y de la dama perfectos:
-Quiero que nuestro cortesano esté más que mediatamente instruido en letras, en particular, en las que se denominan bellas letras; que sepa no sólo la lengua latina sino también la griega, por multitud y variedad de escritos divinos que hay en esta última (...) que esté versado en los poetas y paralelamente en los oradores e historiadores, y, además, diestro en escribir en prosa y verso, principalmente en nuestra lengua vulgar, pues además de la satisfacción que proporcionará a sí mismo, no le faltarán jamás dotes de agradable conversación con las damas, las cuales, por lo general, gustan de esas cosas.
No estaré satisfecho de nuestro caballero si no es músico y si, además de la capacidad y hábito de leer su partitura en el libro, no sabe tocar diversos instrumentos (...) Pues además de la diversión y del sosiego que la música proporciona a cada uno, sirve a menudo para satisfacer a las damas, cuyos corazones tiernos y delicados son fácilmente penetrados por la armonía y colmados por sus dulzuras (...) Hay todavía una cosa que estimo de gran importancia y nuestro caballero no la debe abandonar: el talento de dibujar y el conocimiento de la pintura (...) Quiero que nuestro cortesano sea un perfecto caballero en todos aspectos, y como es un talento particular de los italianos el de gobernar bien al caballo (...) que sea en esto uno de los mejores entre los italianos.-
El caballero debe contenerse y ser dueño de sí mismo. Su semblante tiene que ser tranquilo, sosegado como el de un español. Debe evitar las groserías, las palabras crudas, los conceptos que puedan enrojecer a las damas. Que sea cortés y lleno de condescendencia y urbanidad para todos. Que sepa decir frases agradables y contar historias alegres, pero con decencia. La mejor regla de conducta que se le puede dar es que sepa gobernar sus acciones en vistas a complacer a la dama perfecta.
Castiglione plantea: -Como no hay corte en el mundo, por grande que sea, que pueda tener ornamento, esplendor y alegría sin las mujeres, (...) nuestro retrato del caballero sería muy imperfecto si las damas no intervinieran para darle una parte de esta gracia, por la cual ellas adornan y convierten en perfecta la vida cortesana.
Digo que la dama que vive en la corte debe, ante todo, poseer cierta afabilidad amable, por la cual sepa entretener a toda clase de personas con conversaciones agradables, honestas y acomodadas al tiempo, lugar y calidad de la persona con quien habla. De tener un porte tranquilo y modesto, una honestidad que ponga siempre mesura en sus acciones, aunque con una cierta vivacidad de espíritu por la cual se muestre alejada de toda pesadez; y, con todo, debe reunir una cierta dosis de bondad que la haga estimar no menos prudente, púdica y dulce que amable juiciosa y fina (...)-
La dama debe conocer las letras, la música, la pintura, danzar bien y conversar agradablemente. Es preciso no ser extraño a ninguna de las artes agradables, para complacer a los demás; pero no es conveniente poseer aquéllas con virtuosismo y como un especialista. Es necesario, además, disimular el estudio y el esfuerzo que cuesta dominarlas".
Esta concepción se impuso por Europa. Los franceses fueron seducidos por la vida cortesana. Reclutaron jardineros italianos para imitar sus jardines, que les parecían un paraíso terrenal, y arquitectos, escultores, perfumistas, sastres y humanistas. En Inglaterra, Enrique VIII fue un buen latinista, teólogo, músico y compositor. Instauró cátedras en Cambridge para la enseñanza de griego y hebreo. En Alemania, el mismo ejemplo fue llevado adelante por el emperador Maximiliano.
"Sin embargo, en los países del Norte, menos artistas, el ideal italiano se deforma. El lujo se degenera en (...) una recargada suntuosidad de jubones de satén, de mantos de cebellina, de zapatos de terciopelo con bordados de oro y plata, y de cintas y encajes. Los talles adquieren rigidez con tanta pedrería, y los hombres parecen más adornados que las mujeres. Los grandes señores no se desmayan con la lectura de Virgilio y las damas bien engalanadas hablan como el vulgo; los hombres se comportan como marineros que las corren (...). En Alemania, la suciedad fue elevada a la altura de una institución. Maximiliano Sforza, educado allí, escandalizaba a los italianos porque ya había perdido la costumbre de mudarse la ropa interior".
Fuente: Mousnier, R. Historia General de las Civilizaciones: Los siglos XVI y XVII; p.20-24. España: Ediciones Destino, 1981.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario