En el siglo XVIII se
sucedieron una serie de revoluciones que tuvieron como resultado el ascenso
de la burguesía al poder y el desarrollo de la economía capitalista. En Europa significaron
el fin del Antiguo Régimen y en América la independencia de las colonias
europeas. Este período comenzó con la independencia de los Estados
Unidos en 1776 y continuó con la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución
Hispanoamericana a partir de 1810. De forma simultánea se desarrolló la Revolución
Industrial en Inglaterra a partir de 1760.
Entendemos
por revolución a un proceso violento y que ocurre de forma
súbita, que posee un conjunto de ideas que establecen una serie de objetivos
que apuntan a la renovación, y presenta un contenido social que se manifiesta
en el movimiento de grupos y masas (Fuente:
Hobsbawm, E. La revolución en la historia. XIV Congreso Internacional de
Ciencias Históricas. San Francisco, 1975. Texto adaptado).
Es
fundamental destacar que este siglo se vio influenciado por un movimiento
llamado “Ilustración”, que guiado por la “luz de la razón” cuestionó el
orden existente. Las nuevas ideas se difundieron por todo el mundo.
Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX.
Montevideo: Monteverde.
LA REVOLUCIÓN DE LAS COLONIAS INGLESAS DE
NORTEAMÉRICA.
A comienzos del siglo XVII
Inglaterra había colonizado una estrecha franja de territorio en la costa
atlántica de América del Norte, entre las posesiones españolas (Florida) y
las francesas (Canadá y Luisiana). Los primeros colonos no vinieron como
soldados conquistadores sino a establecerse con sus familias, buscando
practicar libremente sus creencias religiosas, tierras donde vivir, mejores
condiciones de vida, entre otras. Las trece colonias se poblaron con gran
rapidez y prosperaron. Los colonos participaron en el gobierno a través
de Consejos y Asambleas, pero
debieron pagar los impuestos fijados por Inglaterra
(en cuyo gobierno no tenían representación) y a acompañarla en las guerras
que tuviera con otros países.
Inglaterra le impuso a las colonias una
serie de restricciones comerciales (el comercio debía
hacerse en barcos ingleses o de las colonias con tripulación inglesa, un gran
número de productos sólo podían ser exportados a Inglaterra o a alguna colonia
inglesa, etc.) y les prohibió ocupar la tierras que habían obtenido de
Francia tras la Guerra de los Siete Años (en la que habían peleado y
costeado a través de impuestos). La Metrópoli reprimió duramente las
protestas.
En
1773, los colonos asaltaron tres navíos ingleses cuya carga de té fue
arrojada al mar. Medida adoptada para no pagar el impuesto al té y
contraria al monopolio comercial inglés. La corona respondió con
persecuciones, arrestos, cierre de puertos y destitución de los funcionarios
americanos. En 1774, los representantes de las trece colonias se reunieron en
el Primer Congreso de Filadelfia, donde proclamaron los principios de
libertad, igualdad y derecho de propiedad, pidiendo al rey que
reconociera la autonomía de las colonias y derogara los impuestos
aprobados sin intervención de los americanos.
Pero el rey no
atendió esta petición y reforzó la represión. Un Segundo Congreso de
Filadelfia, reunido en 1775, declaró la guerra a Inglaterra y la
independencia de estas colonias. La Declaración de Independencia de los
Estados Unidos, firmada el 4 de julio de 1776, afirmaba aquellos
principios y establecía que el gobierno debía garantizar los derechos de los
ciudadanos, y si no lo hacía el pueblo podía rebelarse contra éste.
La guerra de independencia duró casi ocho años (1775-1783), donde el
apoyo de Francia y España a las colonias, les permitió vencer.
En 1781 el Congreso aprobó una Constitución,
que estableció que las colonias eran Estados independientes bajo la forma
republicana de gobierno y formaban una Confederación, donde cada
Estado soberano enviaba representantes a un Congreso, que aprobaría leyes para
toda la Confederación. En 1787 se aprobó una nueva Constitución, que estableció
una Federación, donde cada Estado tenía autonomía para algunos temas
pero los principales estaban a cargo del gobierno central o federal. Había tres
instituciones con autoridad sobre todo el territorio: el Congreso (Poder
Legislativo), el presidente (Poder Ejecutivo), que duraba cuatro año en sus
funciones y podía ser reelecto, y el Tribunal Supremo (Poder Judicial) nombrado
por el presidente.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
Se trató de un proceso
de cambio constante y crecimiento continuo, en el que intervinieron
técnicas (máquinas), capitales (todo lo que genera riqueza como la tierra, las
máquinas, el dinero, etc.) y transformaciones sociales. Surgió en Inglaterra
a mediados del siglo XVIII.
Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y
Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Montevideo: Monteverde.
El cambio fundamental
fue el paso del trabajo en el taller familiar a la fábrica, de la
producción manual a la utilización de la máquina. Muchos campesinos
tuvieron que abandonar sus tierras e instalarse en la ciudad, convirtiéndose en
obreros que ya no eran dueños de las herramientas ni del objeto que
fabricaban; tampoco opinaban sobre la cantidad que producían ni el precio
de venta. Todas estas decisiones eran tomadas por el dueño de la fábrica y las
máquinas. La Revolución Industrial además supuso un cambio en el
relacionamiento del hombre con la naturaleza, de la que extrajo metales,
para construir la maquinaria, y carbón, como combustible.
La máquina a vapor fue la gran
protagonista de la Revolución Industrial y el mayor logro tecnológico de la
época. Permitió extender el uso de la energía a muchas máquinas que
aceleraron la producción, como la locomotora, lo que dio nacimiento al
tren. Por primera vez en la historia, un transporte terrestre podía ir a mayor
velocidad que el galope de un caballo.
Por último, surgieron las clases
sociales que se diferenciaban según la riqueza, el poder y el conocimiento
que tenía cada grupo. La burguesía era la dueña de las fábricas y del capital
para invertir. Los obreros o proletariados eran quienes trabajaban a
cambio de un salario, en jornadas de entre catorce y dieciséis horas por día,
en ambientes sin ventilación. Además vivían en barrios y viviendas
insalubres. Los niños eran utilizados para trabajar en las minas o
para limpiar las chimeneas, debido a que con su pequeño tamaño podían realizar
estas tareas. Recién en 1891 el Parlamento Inglés estableció que la edad mínima
para trabajar era de 10 años. Al conjunto de estas problemáticas se las
denominó “la cuestión obrera”.
LA REVOLUCIÓN FARNCESA.
Se desarrolló a fines del siglo
XVIII y dio como resultado un cambio completo en las estructuras sociales de
Francia. Se señala como inicio el 14 de julio de 1789, día en el que los
revolucionarios tomaron la cárcel de la Bastilla, símbolo de la monarquía
francesa. Ese mismo año se proclamaron los Derechos del Hombre y el Ciudadano,
y se expandieron los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Fuente: www.nationalgeographic.com.es.
La situación en la que estaba Francia a mediados del siglo XVIII explica en parte el estallido de la revolución. El reino padecía una crisis económica, debido a una serie de malas cosechas, que provocaron el aumento del precio del pan y otros artículos de primera necesidad, y una crisis financiera, por los gastos de la corte, los conflictos bélicos (como la intervención en la guerra contra Inglaterra en Norteamérica) y la deuda, y política, porque el rey Luis XVI (1754-1793) carecía de cualidades para gobernar, la organización del Estado era pésima y la administración caótica. A esta situación debemos añadirle que los burgueses se habían enriquecido y exigían poder político e igualdad civil, fundamentando sus reclamos en las ideas de la Ilustración.
Para saldar la crisis, el gobierno aumentó los impuestos al tercer
estado y se planteó la posibilidad de cobrarle también a los nobles. La nobleza
protestó pidiendo que se reunieran los Estados Generales, donde
los diputados del tercer estado pidieron cambiar la manera de votar lo que se
discutiera allí (sustituyendo el voto por orden por el voto por persona). La
idea fue rechazada por los otros órdenes y los diputados del tercer orden se
fueron de la sala y se reunieron en otra parte del palacio (la cancha de
pelota), donde juraron formar una Asamblea Nacional y no separarse hasta lograr
sus objetivos. Finalmente el rey cedió y los Estados Generales se transformaron
en la Asamblea Nacional, admitiendo que el voto fuera por
persona.
Mientras, en París el descontento
popular había ganado las calles, donde los sans cullottes protestaban por la
carestía del pan, por las decisiones autoritarias del rey y por los privilegios
de los nobles y los clérigos. El 14 de julio de 1789 tomaron por asalto la
Bastilla. Ante el temor de una reacción de los nobles, los campesinos
asaltaron e incendiaron castillos. A estos acontecimientos se los conocieron
como “el gran miedo” y causó pánico en toda Francia.
La
segunda victoria del tercer estado fue lograr que el rey aceptara una
Constitución y la asamblea se transformó en Asamblea Nacional
Constituyente. El preámbulo de ese documento fue la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada el 26 de agosto de
1789, donde se afirmaron los principios de los pensadores del siglo XVIII:
derecho a la libertad, a la igualdad ante la ley, a la seguridad, a la
propiedad y a resistir a la opresión. Como la Declaración sólo hacía referencia
a los varones, en 1791 Olimpia de Gouges escribió la Declaración de Derechos
de la Mujer y la Ciudadana, donde el primer artículo establecía que “la
mujer nace libre y es igual al hombre en derechos”, pero sus ideales la
llevaron a la guillotina en 1793.
Las medidas adoptadas por los
revolucionarios fueron apoyadas por los movimientos populares de París, que
exigieron que el rey regresara de Versalles a la capital. La Constitución
de 1791 estableció una monarquía parlamentaria, quedando el
poder del rey limitado por una Asamblea Legislativa, encargada de hacer las
leyes, y el sufragio era censitario. Ante esto, algunos nobles emigraron y
muchos sacerdotes fueron expulsados de Francia, incluso el rey intentó huir
pero fue detenido en la frontera y arrestado junto con su familia. Para los
revolucionarios este hecho representaba una traición. Pero para muchos campesinos,
y reyes extranjeros, la prisión del rey era inadmisible y debido a ello, estos
últimos organizaron la invasión de Francia.
En
1792 estalló la guerra entre los revolucionarios franceses y una
alianza de reyes europeos. La Asamblea Legislativa fue sustituida por la Convención,
que era dirigida por Maximiliano Robespierre, un jacobino (miembro de uno de
los grupos políticos más radicales de la revolución). La sospecha de que el rey
y
su
familia serían liberados por los reyes extranjeros para establecer otra vez la
monarquía absoluta, llevó a que el grupo más radical resolviera proclamar
una república el 21 de setiembre de 1792. Cuatro meses después, Luis XIV
fue guillotinado en la plaza pública.
La
situación era caótica. La guerra no había finalizado, la agitación social
crecía y las rivalidades entre los revolucionarios ponían en peligro a la
revolución. Robespierre impuso una política de terror y todos aquellos
que estaban contra el proceso revolucionario fueron condenados a la guillotina.
Se aprobó una nueva constitución en 1793, que establecía el voto
universal, pero no entró en vigencia. Sin embargo, en julio de 1794 los grupos
moderados, apoyados por los burgueses ricos que querían tranquilidad para
desarrollar sus negocios, arrestaron a Robespierre y éste murió finalmente en
la guillotina. Se aprobó una nueva constitución en 1795, más moderada,
donde se establecía el sufragio censitario y el Poder Ejecutivo quedaba en
manos de un Directorio de cinco miembros.
En los años siguientes, la guerra se tornó favorable a Francia, gracia a
un joven general llamado Napoleón Bonaparte, que no sólo rechazó
el ataque extranjero sino que conquistó gran parte de Europa. En 1804 fue
coronado emperador. Entre 1804 y 1814 se coronó rey de Italia, conquistó
Nápoles, fundó el reino de Holanda, estableció la Confederción del Rhin,
conquistó el reino de Westfalia y el ducado de Varsovia, constituyó las
Provincias Ilirias y conquistó los Estados Pontificios, se casó con la
Archiduquesa María Luisa de Austria y obtuvo la corona de España. Napoleón
intervino en la vida política de los Estados que dominó militarmente y en
aquellos que eran sus aliados.
Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Montevideo: Monteverde.
Bibliografía:
Hobsbawm, E. La era de la revolución, 1789-1848.
Buenos Aires: Plantea, 2009.
Hobsbawm, E. La revolución en la historia. XIV
Congreso Internacional de Ciencias Históricas. San Francisco, 1975.
Hobsbawm, E. Industria e imperio. Barcelona: Planeta,
2016.
P, Jenkins. Del L. Breve Historia de E.E.U.U.
España: Alianza Editorial, 2009.
T, Bender. Historia de los Estados Unidos: una
nación entre naciones. Ed. Siglo veintiuno, 2011.
Fernandez, A. Historia del mundo contemporáneo.
Barcelona: Vicens Vives, 1995.
Soboul, A. La revolución francesa. Madrid: Tecnos,
1983.
Adams, P. Del L. Los Estados Unidos de América.
Siglo XXI de España Editores, 1996.
Maurois, A. Del L. Historia de los Estados Unidos;
tomo I. Buenos Aires: Ed. Losada, 1943.
Zinn, H. La otra historia de Estados Unidos.
Ed. Otras voces, 2005.
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