viernes, 10 de noviembre de 2017

2º AÑO: El ciclo de las revoluciones.

           
            En el siglo XVIII se sucedieron una serie de revoluciones que tuvieron como resultado el ascenso de la burguesía al poder y el desarrollo de la economía capitalista. En Europa significaron el fin del Antiguo Régimen y en América la independencia de las colonias europeas. Este período comenzó con la independencia de los Estados Unidos en 1776 y continuó con la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Hispanoamericana a partir de 1810. De forma simultánea se desarrolló la Revolución Industrial en Inglaterra a partir de 1760.

            Entendemos por revolución a un proceso violento y que ocurre de forma súbita, que posee un conjunto de ideas que establecen una serie de objetivos que apuntan a la renovación, y presenta un contenido social que se manifiesta en el movimiento de grupos y masas (Fuente: Hobsbawm, E. La revolución en la historia. XIV Congreso Internacional de Ciencias Históricas. San Francisco, 1975. Texto adaptado)


            Es fundamental destacar que este siglo se vio influenciado por un movimiento llamado “Ilustración”, que guiado por la “luz de la razón” cuestionó el orden existente. Las nuevas ideas se difundieron por todo el mundo.   
Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Montevideo: Monteverde.


LA REVOLUCIÓN DE LAS COLONIAS INGLESAS DE NORTEAMÉRICA.

            A comienzos del siglo XVII Inglaterra había colonizado una estrecha franja de territorio en la costa atlántica de América del Norte, entre las posesiones españolas (Florida) y las francesas (Canadá y Luisiana). Los primeros colonos no vinieron como soldados conquistadores sino a establecerse con sus familias, buscando practicar libremente sus creencias religiosas, tierras donde vivir, mejores condiciones de vida, entre otras. Las trece colonias se poblaron con gran rapidez y prosperaron. Los colonos participaron en el gobierno a través de Consejos y Asambleas, pero debieron pagar los impuestos fijados por Inglaterra (en cuyo gobierno no tenían representación) y a acompañarla en las guerras que tuviera con otros países.  

Inglaterra le impuso a las colonias una serie de restricciones comerciales (el comercio debía hacerse en barcos ingleses o de las colonias con tripulación inglesa, un gran número de productos sólo podían ser exportados a Inglaterra o a alguna colonia inglesa, etc.) y les prohibió ocupar la tierras que habían obtenido de Francia tras la Guerra de los Siete Años (en la que habían peleado y costeado a través de impuestos). La Metrópoli reprimió duramente las protestas.

            En 1773, los colonos asaltaron tres navíos ingleses cuya carga de té fue arrojada al mar. Medida adoptada para no pagar el impuesto al té y contraria al monopolio comercial inglés. La corona respondió con persecuciones, arrestos, cierre de puertos y destitución de los funcionarios americanos. En 1774, los representantes de las trece colonias se reunieron en el Primer Congreso de Filadelfia, donde proclamaron los principios de libertad, igualdad y derecho de propiedad, pidiendo al rey que reconociera la autonomía de las colonias y derogara los impuestos aprobados sin intervención de los americanos.

            Pero el rey no atendió esta petición y reforzó la represión. Un Segundo Congreso de Filadelfia, reunido en 1775, declaró la guerra a Inglaterra y la independencia de estas colonias. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, firmada el 4 de julio de 1776, afirmaba aquellos principios y establecía que el gobierno debía garantizar los derechos de los ciudadanos, y si no lo hacía el pueblo podía rebelarse contra éste. La guerra de independencia duró casi ocho años (1775-1783), donde el apoyo de Francia y España a las colonias, les permitió vencer.

            En 1781 el Congreso aprobó una Constitución, que estableció que las colonias eran Estados independientes bajo la forma republicana de gobierno y formaban una Confederación, donde cada Estado soberano enviaba representantes a un Congreso, que aprobaría leyes para toda la Confederación. En 1787 se aprobó una nueva Constitución, que estableció una Federación, donde cada Estado tenía autonomía para algunos temas pero los principales estaban a cargo del gobierno central o federal. Había tres instituciones con autoridad sobre todo el territorio: el Congreso (Poder Legislativo), el presidente (Poder Ejecutivo), que duraba cuatro año en sus funciones y podía ser reelecto, y el Tribunal Supremo (Poder Judicial) nombrado por el presidente.  

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

            Se trató de un proceso de cambio constante y crecimiento continuo, en el que intervinieron técnicas (máquinas), capitales (todo lo que genera riqueza como la tierra, las máquinas, el dinero, etc.) y transformaciones sociales. Surgió en Inglaterra a mediados del siglo XVIII.

Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Montevideo: Monteverde.

            El cambio fundamental fue el paso del trabajo en el taller familiar a la fábrica, de la producción manual a la utilización de la máquina. Muchos campesinos tuvieron que abandonar sus tierras e instalarse en la ciudad, convirtiéndose en obreros que ya no eran dueños de las herramientas ni del objeto que fabricaban; tampoco opinaban sobre la cantidad que producían ni el precio de venta. Todas estas decisiones eran tomadas por el dueño de la fábrica y las máquinas. La Revolución Industrial además supuso un cambio en el relacionamiento del hombre con la naturaleza, de la que extrajo metales, para construir la maquinaria, y carbón, como combustible.

            La máquina a vapor fue la gran protagonista de la Revolución Industrial y el mayor logro tecnológico de la época. Permitió extender el uso de la energía a muchas máquinas que aceleraron la producción, como la locomotora, lo que dio nacimiento al tren. Por primera vez en la historia, un transporte terrestre podía ir a mayor velocidad que el galope de un caballo.
Por último, surgieron las clases sociales que se diferenciaban según la riqueza, el poder y el conocimiento que tenía cada grupo. La burguesía era la dueña de las fábricas y del capital para invertir. Los obreros o proletariados eran quienes trabajaban a cambio de un salario, en jornadas de entre catorce y dieciséis horas por día, en ambientes sin ventilación. Además vivían en barrios y viviendas insalubres. Los niños eran utilizados para trabajar en las minas o para limpiar las chimeneas, debido a que con su pequeño tamaño podían realizar estas tareas. Recién en 1891 el Parlamento Inglés estableció que la edad mínima para trabajar era de 10 años. Al conjunto de estas problemáticas se las denominó “la cuestión obrera”.

LA REVOLUCIÓN FARNCESA.      

        
    Se desarrolló a fines del siglo XVIII y dio como resultado un cambio completo en las estructuras sociales de Francia. Se señala como inicio el 14 de julio de 1789, día en el que los revolucionarios tomaron la cárcel de la Bastilla, símbolo de la monarquía francesa. Ese mismo año se proclamaron los Derechos del Hombre y el Ciudadano, y se expandieron los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Fuente: www.nationalgeographic.com.es.

La situación en la que estaba Francia a mediados del siglo XVIII explica en parte el estallido de la revolución. El reino padecía una crisis económica, debido a una serie de malas cosechas, que provocaron el aumento del precio del pan y otros artículos de primera necesidad, y una crisis financiera, por los gastos de la corte, los conflictos bélicos (como la intervención en la guerra contra Inglaterra en Norteamérica) y la deuda, y política, porque el rey Luis XVI (1754-1793) carecía de cualidades para gobernar, la organización del Estado era pésima y la administración caótica. A esta situación debemos añadirle que los burgueses se habían enriquecido y exigían poder político e igualdad civil, fundamentando sus reclamos en las ideas de la Ilustración.
Para saldar la crisis, el gobierno aumentó los impuestos al tercer estado y se planteó la posibilidad de cobrarle también a los nobles. La nobleza protestó pidiendo que se reunieran los Estados Generales, donde los diputados del tercer estado pidieron cambiar la manera de votar lo que se discutiera allí (sustituyendo el voto por orden por el voto por persona). La idea fue rechazada por los otros órdenes y los diputados del tercer orden se fueron de la sala y se reunieron en otra parte del palacio (la cancha de pelota), donde juraron formar una Asamblea Nacional y no separarse hasta lograr sus objetivos. Finalmente el rey cedió y los Estados Generales se transformaron en la Asamblea Nacional, admitiendo que el voto fuera por persona.
            Mientras, en París el descontento popular había ganado las calles, donde los sans cullottes protestaban por la carestía del pan, por las decisiones autoritarias del rey y por los privilegios de los nobles y los clérigos. El 14 de julio de 1789 tomaron por asalto la Bastilla. Ante el temor de una reacción de los nobles, los campesinos asaltaron e incendiaron castillos. A estos acontecimientos se los conocieron como “el gran miedo” y causó pánico en toda Francia.  
            La segunda victoria del tercer estado fue lograr que el rey aceptara una Constitución y la asamblea se transformó en Asamblea Nacional Constituyente. El preámbulo de ese documento fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada el 26 de agosto de 1789, donde se afirmaron los principios de los pensadores del siglo XVIII: derecho a la libertad, a la igualdad ante la ley, a la seguridad, a la propiedad y a resistir a la opresión. Como la Declaración sólo hacía referencia a los varones, en 1791 Olimpia de Gouges escribió la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana, donde el primer artículo establecía que “la mujer nace libre y es igual al hombre en derechos”, pero sus ideales la llevaron a la guillotina en 1793.  
            Las medidas adoptadas por los revolucionarios fueron apoyadas por los movimientos populares de París, que exigieron que el rey regresara de Versalles a la capital. La Constitución de 1791 estableció una monarquía parlamentaria, quedando el poder del rey limitado por una Asamblea Legislativa, encargada de hacer las leyes, y el sufragio era censitario. Ante esto, algunos nobles emigraron y muchos sacerdotes fueron expulsados de Francia, incluso el rey intentó huir pero fue detenido en la frontera y arrestado junto con su familia. Para los revolucionarios este hecho representaba una traición. Pero para muchos campesinos, y reyes extranjeros, la prisión del rey era inadmisible y debido a ello, estos últimos organizaron la invasión de Francia.
            En 1792 estalló la guerra entre los revolucionarios franceses y una alianza de reyes europeos. La Asamblea Legislativa fue sustituida por la Convención, que era dirigida por Maximiliano Robespierre, un jacobino (miembro de uno de los grupos políticos más radicales de la revolución). La sospecha de que el rey y

su familia serían liberados por los reyes extranjeros para establecer otra vez la monarquía absoluta, llevó a que el grupo más radical resolviera proclamar una república el 21 de setiembre de 1792. Cuatro meses después, Luis XIV fue guillotinado en la plaza pública.
            La situación era caótica. La guerra no había finalizado, la agitación social crecía y las rivalidades entre los revolucionarios ponían en peligro a la revolución. Robespierre impuso una política de terror y todos aquellos que estaban contra el proceso revolucionario fueron condenados a la guillotina. Se aprobó una nueva constitución en 1793, que establecía el voto universal, pero no entró en vigencia. Sin embargo, en julio de 1794 los grupos moderados, apoyados por los burgueses ricos que querían tranquilidad para desarrollar sus negocios, arrestaron a Robespierre y éste murió finalmente en la guillotina. Se aprobó una nueva constitución en 1795, más moderada, donde se establecía el sufragio censitario y el Poder Ejecutivo quedaba en manos de un Directorio de cinco miembros.
En los años siguientes, la guerra se tornó favorable a Francia, gracia a un joven general llamado Napoleón Bonaparte, que no sólo rechazó el ataque extranjero sino que conquistó gran parte de Europa. En 1804 fue coronado emperador. Entre 1804 y 1814 se coronó rey de Italia, conquistó Nápoles, fundó el reino de Holanda, estableció la Confederción del Rhin, conquistó el reino de Westfalia y el ducado de Varsovia, constituyó las Provincias Ilirias y conquistó los Estados Pontificios, se casó con la Archiduquesa María Luisa de Austria y obtuvo la corona de España. Napoleón intervino en la vida política de los Estados que dominó militarmente y en aquellos que eran sus aliados.  








Fuente: Historia 2 c.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Montevideo: Monteverde.


Bibliografía:       
Hobsbawm, E. La era de la revolución, 1789-1848. Buenos Aires: Plantea, 2009.
Hobsbawm, E. La revolución en la historia. XIV Congreso Internacional de Ciencias Históricas. San Francisco, 1975.
Hobsbawm, E. Industria e imperio. Barcelona: Planeta, 2016.
P, Jenkins. Del L. Breve Historia de E.E.U.U. España: Alianza Editorial, 2009.
T, Bender. Historia de los Estados Unidos: una nación entre naciones. Ed. Siglo veintiuno, 2011.
Fernandez, A. Historia del mundo contemporáneo. Barcelona: Vicens Vives, 1995.
Soboul, A. La revolución francesa. Madrid: Tecnos, 1983.
Adams, P. Del L. Los Estados Unidos de América. Siglo XXI de España Editores, 1996.
Maurois, A. Del L. Historia de los Estados Unidos; tomo I. Buenos Aires: Ed. Losada, 1943.
Zinn, H. La otra historia de Estados Unidos. Ed. Otras voces, 2005. 


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