"La revolución en Rusia se asignó como tarea directa e inmediata un objetivo democrático-burgués: acabar con los restos de todo lo medieval, barrerlos definitivamente, limpiar a Rusia de esa barbarie, de esa vergüenza, de ese enorme freno para toda la cultura y todo el progreso en nuestro país. Y nos enorgullecemos con razón de haber hecho esa limpieza con mucha más decisión, rapidez, audacia, éxito, amplitud y profundidad, desde el punto de vista de la influencia sobre las masas del pueblo, sobre el grueso de la nación, que la gran Revolución Francesa hace más de ciento veinticinco años.
(...) Hemos llevado la revolución democrático-burguesa a su término, como nadie. Con plena conciencia, de manera firme e inflexible seguimos adelante, hacia la revolución socialista, sabiendo que no está separada de la revolución democrático-burguesa por una muralla china, sabiendo que sólo la lucha decidirá en que grado conseguiremos (a fin de cuentas) avanzar, qué parte de nuestra tarea inconmensurablemente elevada llevaremos a cabo, qué parte de nuestras victorias consolidaremos. El tiempo lo dirá.
(...) El contenido democrático-burgués de la revolución quiere decir limpiar las relaciones sociales (el orden de cosas, las instituciones) de un país de todo lo medieval, de los elementos de servidumbre, del Feudalismo. ¿Cuáles eran las principales manifestaciones, supervivencias y vestigios del régimen de la servidumbre en Rusia en 1917? La monarquía, la división en estamentos, las formas de propiedad y de usufructo de la tierra, la situación de la mujer, la religión, la opresión de las nacionalidades.(...) En unas diez semanas, desde el 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917 hasta la disolución de la Constituyente (5 de enero de 1918), hicimos en este terreno mil veces más que los demócratas pequeñoburgueses (mencheviques y social revolucionarios), durante los ocho meses que estuvieron en el poder. Mas a fin de consolidar para los pueblos de Rusia la conquistas de la revolución democrática-burguesa, nosotros debíamos ir más lejos y así los hicimos. Resolvimos los problemas de la revolución democrático-burguesa sobre la marcha, de paso, como <producto accesorio> de nuestra labor principal y verdadera, de nuestra labor revolucionaria proletaria, socialista.
(...) El régimen soviético es precisamente una de las confirmaciones o manifestaciones evidentes de esta transformación de una revolución en otra. El régimen soviético es el máximo de democracia para los obreros y los campesinos y, a la vez, significa la ruptura de la democracia burguesa y el surgimiento de un nuevo tipo de democracia, de alcance histórico-universal: la democracia proletaria o dictadura del proletariado"
(...) Hemos llevado la revolución democrático-burguesa a su término, como nadie. Con plena conciencia, de manera firme e inflexible seguimos adelante, hacia la revolución socialista, sabiendo que no está separada de la revolución democrático-burguesa por una muralla china, sabiendo que sólo la lucha decidirá en que grado conseguiremos (a fin de cuentas) avanzar, qué parte de nuestra tarea inconmensurablemente elevada llevaremos a cabo, qué parte de nuestras victorias consolidaremos. El tiempo lo dirá.
(...) El contenido democrático-burgués de la revolución quiere decir limpiar las relaciones sociales (el orden de cosas, las instituciones) de un país de todo lo medieval, de los elementos de servidumbre, del Feudalismo. ¿Cuáles eran las principales manifestaciones, supervivencias y vestigios del régimen de la servidumbre en Rusia en 1917? La monarquía, la división en estamentos, las formas de propiedad y de usufructo de la tierra, la situación de la mujer, la religión, la opresión de las nacionalidades.(...) En unas diez semanas, desde el 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917 hasta la disolución de la Constituyente (5 de enero de 1918), hicimos en este terreno mil veces más que los demócratas pequeñoburgueses (mencheviques y social revolucionarios), durante los ocho meses que estuvieron en el poder. Mas a fin de consolidar para los pueblos de Rusia la conquistas de la revolución democrática-burguesa, nosotros debíamos ir más lejos y así los hicimos. Resolvimos los problemas de la revolución democrático-burguesa sobre la marcha, de paso, como <producto accesorio> de nuestra labor principal y verdadera, de nuestra labor revolucionaria proletaria, socialista.
(...) El régimen soviético es precisamente una de las confirmaciones o manifestaciones evidentes de esta transformación de una revolución en otra. El régimen soviético es el máximo de democracia para los obreros y los campesinos y, a la vez, significa la ruptura de la democracia burguesa y el surgimiento de un nuevo tipo de democracia, de alcance histórico-universal: la democracia proletaria o dictadura del proletariado"
“Con
motivo del IV aniversario de la Revolución de Octubre” escrito por Lenin en 1921.
Citado en: Fernández,
A. Historia del mundo contemporáneo.
España: Vicens-Vives, 1995.
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